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Cómo sanar el vínculo con tu madre

Sanar la relación con nuestra madre es volver a conectarnos con la vida.

Nuestra madre es el canal que hemos escogido para vivir nuestra experiencia física y desde esta amplia perspectiva ninguna madre es mala y todas son buenas.

Otra cosa es que bajo el prisma de nuestra percepción y nuestros juicios pongamos una etiqueta a mamá como buena o mala.

En el momento que etiquetamos a mamá como mala sale a relucir nuestro niño herido demandante de afecto y cariño, sediento de un amor que no han podido o no han sabido darle.

Cuando nos quedamos aferrados a las demandas de este niño herido nos metemos de lleno en un patrón de victimismo eterno donde sólo hay víctimas y culpables y desde ahí no es posible el crecimiento, la evolución ni mucho menos la reconciliación con nuestra madre.

Para sanar el vínculo con tu madre en primer lugar tienes que reconocer que tienes activo un niño herido anhelando el amor de sus padres pero que a la vez se ha alejado de ellos y de la vida y cuando digo vida digo disfrute, compromiso, realización, libertad, plenitud y todo lo que conlleva estar en la vida desde la totalidad y no vegetando.

Cuando reconocemos que hay un niño herido demandando afecto constante ya tenemos mucho ganado pues dejaremos de atender a sus demandas para conectar con el adulto que ahora somos y desde ahí poder consolar y sanar las heridas de ese niño herido.

Desde este papel de adulto estaremos en condiciones de mirar hacia atrás sin juicios y comprender los motivos de mi desconexión con mamá y con la vida, cuanto más se comprende más se acepta y ese es el segundo paso para sanar el vínculo con mamá y reconectarnos con ella y con toda la fuerza que eso genera.

Aceptar es empezar a mirar sin juicios, con todo lo bueno y lo malo, con lo que me gusta y lo que no porque independientemente de los juicios siempre hay un deseo muy fuerte hacia nuestras madres y ese deseo es movido por el amor. En la medida que acepto a mamá empiezo a reconciliarme conmigo mismo pues ella es la semilla desde donde parto y la que me permite desplegar toda mi potencial. Cuando estés enojado con tu mamá esté ella cerca o no, eso no importa, puedes hacer un ejercicio que consiste en decirte ” mamá y yo somos uno” ” mamá y yo somos uno” y verás como de forma sutil algo cambia en tu interior. Aceptar no significa salir corriendo  y decirle a mamá todo lo que la quieres, no es un trabajo de puertas hacia fuera si no que más bien es un trabajo interno de aceptarla en tu corazón con todos sus defectos y virtudes.

Otro paso muy importante es honrarla y respetarla simplemente por el hecho de que nos ha dado la vida y eso es lo más grande que nos pueden dar, todo lo demás y por mucho que nos den resulta insignificante al lado de eso, así que si consideras que tu madre no te ha dado cosas buenas siempre puedes decirte ella me ha dado la vida y ese es el mejor de los regalos. Empezar a honrar a la madre es empezar a honrar a la vida tal y como es y cuando uno acepta la vida no se queda atascado en resolver los problemas de su mamá, simplemente vive la vida y deja a mamá con sus propias cargas en el convencimiento de que ella puede con todas las circunstancias que ha elegido en su vida y cuando el niño se libera de las cargas de la madre de repente tiene una renovada energía para enfocarse en su vida, en sus proyectos y anhelos, de repente puede ver mas allá de sí mismo porque el niño demandante sediento de afecto empieza a calmarse y se siente con más júbilo.

El niño empieza a sanarse cuando quiere dejar de cambiar a mamá, cuando deja de poner su energía en eso y la enfoca en vivir su propia vida, la única que le pertenece, repito, la única que le pertenece y por si no te habías enterado la única que le pertenece. Formamos parte de nuestra madre pero pertenecemos a nuestras vidas. La vida y mama son más grandes que yo y ante eso sólo queda aceptar, rendirse y tomarlas con la mejor predisposición posible. Cuando te sientas más grande que tu madre y la sentencies con el dedo acusador recuerda que ella es el mar y tu un río que nace de ella.

Y si has apartado a tu madre de tu vida porque es violenta o atenta contra tu integridad física o emocional bien está, pero recuerda que nunca jamás podrás hacerlo de tu corazón aunque lo desearás con todas tus fuerzas, por eso repito que aceptar de nuevo a tu madre es un trabajo interno, plasmarlo en el exterior es secundario y depende de tu decisión y libre albedrío.

La madre y la vida van unidas, no existen la una sin la otra, tomar a la madre es tomar a la vida sin juicios y sin críticas, es un Si a la vida, es un Si al cuidado, a la nutrición, ternura, amabilidad ; es un Si hacia un amor más grande por nosotros mismos.

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Mamá y MADRES DEL MUNDO. TE AMO, TE HONRO, TE RESPETO Y TE VALORO..

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