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El experimento de Michael Skinner

Este biólogo especializado en epigenética hizo un experimento usando ratones genéticamente alterados.

La expectativa era que, al reproducirlos, el genoma alterado no pasaría a las crías y cualquier cambio epigenético sería limpiado.

Pero cuando observó el perfil genético de las crías quedó asombrado. El interruptor epigenético que tenía una generación estaba igualmente en la siguiente generación.

Nadie había visto algo similar; era la primera vez. Y eso significaba que los genes no estaban bajo llave. Que cualquier cambio ambiental podía afectar la forma de actuar de los genes y eso se puede heredar.

Como si la memoria de un hecho fuera pasando a través de generaciones. Esto fue algo que muchos científicos consideraron imposible.

Si este efecto podía reflejarse en los humanos, las implicaciones serían profundas. Significaba que lo que experimentamos nos puede afectar no solo a nosotros, sino a nuestros hijos y nietos.

En esta línea, Michael Skinner hizo tras comprobaciones como el efecto de los pesticidas. Ha descubierto que causan enfermedades a generaciones futuras aun cuando esas generaciones no han estado expuestas a la sustancia. Sus efectos afectan desde la primera hasta la quinta generación de una misma familia.

Lo que significa igualmente que, si tu abuela ha estado expuesta a una enfermedad estando embarazada, aunque tú no hayas estado expuesta a ella, epigenéticamente la información puede transmitirse.

La vida de nuestros ancestros tiene la capacidad de afectarnos directamente hasta al menos 5 generaciones.

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