Todos tenemos integrado que debemos mantener el cuerpo en forma, para ello debemos comer bien, hacer ejercicio, dormir un mínimo de horas, … pero, ¿entrenas tu cerebro?
Culturalmente cada vez hacemos más hincapié en la comida ecológica, los gimnasios, los suplementos vitamínicos… es cierto que el cuerpo es nuestro templo y hemos de cuidarlo como una parte fundamental de nuestro bienestar. Sin embargo, en nuestro contexto social es poco habitual encontrar personas que realicen actividades con el fin de entrenar su cerebro. Parece que existe la creencia de que nacemos con una serie de capacidades y que, con el paso del tiempo, simplemente van degradándose irremediablemente, sin embargo, ¿Realmente es así?.
A finales del 2011 la neurocientífica Eleanor Maguire, del University College de Londres, publicó un artículo en el que resumía la investigación que había llevado a cabo durante más de cinco años: se preguntaba si es posible entrenar el cerebro igual que se entrena un músculo. Para ello escogió un grupo de aspirantes a taxistas de Londres. Para obtener la licencia de taxi en Londres hay que superar una prueba llamada The Knowledge, que entre otras cosas supone memorizar 25.000 calles y miles de lugares concretos. Un aspirante puede tardar 3 o 4 años en conseguir la licencia y muchos de ellos no alcanzan el objetivo. Maguire y su equipo siguieron, durante los años que duran los exámenes, a un grupo de 79 aspirantes y, en paralelo, a un grupo de 31 adultos que no ejercitaban el cerebro en su trabajo. Al final de los cuatro años, 39 de los aspirantes consiguieron la licencia, 20 no la consiguieron y el resto lo dejó antes de llegar al final. Durante este tiempo, todos estos sujetos se sometían a pruebas de resonancia magnética para comprobar si sus estructuras cerebrales sufrían alguna modificación. Concluyeron que:
Se pueden producir cambios en el cerebro con el entrenamiento. La plasticidad neuronal es posible durante la edad adulta, por lo que nunca es tarde para aprender.
Al final del estudio, Maguire pudo verificar que las imágenes de los cerebros de los taxistas que habían llegado al final de la prueba mostraban crecimiento en la parte posterior del hipocampo con respecto a los otros taxistas que dejaron las pruebas y aún más con el grupo de adultos que realizaban un trabajo mecánico. La función principal del hipocampo es el recuerdo. Tiene un papel determinante en los episodios ligados a acontecimientos vitales, ya que también almacena todos los estados emocionales y fija las situaciones que hemos vivido en el espacio-tiempo.
Una de las principales conclusiones de esta investigación es la plasticidad del cerebro humano y demuestra hasta qué punto las experiencias de cada persona pueden moldear sus habilidades intelectuales, su creatividad y su capacidad para gestionar sus emociones. En Bioneuroemoción, sabemos que el hipocampo es crucial para establecer nuevas conexiones cuando usamos lo que ya sabemos para comprender lo que no sabemos y también estimula la búsqueda de lo nuevo y desconocido. La plasticidad cerebral está presente toda nuestra vida, no solo durante la infancia.
Cada decisión que tomamos, cada pensamiento que acogemos, define el desarrollo de nuestras capacidades. La persona que somos y la que seremos depende mucho más de nuestras acciones de lo que nos resulta cómodo reconocer.
No mostrar curiosidad en nuevos conocimientos, en poner a prueba nuestras capacidades intelectuales equivaldría a pasar la vida sentado en el sofá de casa y quejarnos de nuestro mal estado de forma. Una mente viva, dinámica y flexible tendrá una capacidad mucho mayor para adaptarse a las diferentes dificultades que experimentaremos en la vida, lo cual será la clave para potenciar nuestro bienestar.
Por lo tanto, cuidemos, entrenemos y desarrollemos tanto nuestro cuerpo como nuestra mente. Es la única forma de asegurarnos de que los años nos permitirán ser personas cada vez más completas, felices y equilibradas.
