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La muerte no existe

Robert Lanza dice que cuando morimos nuestra vida no se acaba, sino que se convierte “en una flor perenne que vuelve a florecer en alguno de los multiversos o múltiples universos posibles.

El Dr. Lanza es Jefe de Medicina Regenerativa de Astellas Global y profesor adjunto en la Facultad de Medicina de la Wake Forest University. Además de numerosos reconocimientos científicos, en 2014 fue escogido por la revista Time entre las personas con más influencia del mundo por sus extraordinarias contribuciones al mundo de la ciencia.

Para entender su planteamiento es imprescindible olvidarnos de lo que aprendimos en los libros de texto de la escuela. Lanza nos dice que “la física y la química pueden explicar la biología de los seres vivos, y pueden recitar con detalle los fundamentos químicos y la organización celular de las células animales; la oxidación, el metabolismo, etc”. Pero que todavía tenemos que aprender que “la existencia física no puede separarse de la vida animal”.

Su libro Biocentrismo parte de la base que “nuestra ciencia no reconoce las propiedades especiales de la vida que hacen que sea fundamental para la realidad material”. Y en él sostiene que el mundo gira alrededor de la forma de experiencia subjetiva, a la que llamamos Conciencia. Predice que “el siglo XXI será el siglo de la biología, lo cual supone un giro con respecto al siglo anterior, dominado por la física”.

Según Lanza “Necesitamos una revolución en nuestra comprensión de la ciencia y del mundo”. La mayoría de las teorías integrales no toman en cuenta un factor fundamental: “Somos creadores, es la criatura biológica la que hace observaciones”.

Cada uno de nosotros puede decidir cómo quiere ver el mundo e interpretar lo que le sucede.

Para Lanza “la vida y la conciencia son las claves para comprender la naturaleza del universo”. 

Bajo este punto de vista, la muerte en el sentido absoluto de la palabra no existe, lo que existe es una evolución de la conciencia, que es el vehículo en el que se expresa toda la información vivida en este mundo.

En el libro Este no es el Evangelio que Quise Ofrecerte, Enric Corbera nos recuerda que “lo que existe es la atracción de la muerte –la creencia en ella- para fugarnos de lo que llamamos nuestros problemas. La muerte existe en el mundo de la ilusión; el miedo a ella es la atracción hacia ella”.

Este planteamiento pone en el centro de la vida al observador ¿Qué sentido tendría todo si no hubiera un observador? En la medida que el observador (cada uno de nosotros) amplíe su conciencia manifestará en su vida otras posibilidades que se encuentran en el campo infinito que se llama Consciencia.

Por eso la Bioneuroemoción propone un cambio de conciencia que permite acceder a otras realidades que se expresarán en la vida de la persona que haga dicho cambio. El observador consciente sabe que su realidad cotidiana depende de cómo decida observar, es decir, con qué conciencia.

Por otra parte, al dar prioridad a la biología refuerza uno de los principios de la Bioneuroemoción, puesto que en una consulta se parte de la base que hay una manifestación biológica de los conflictos y programas que se encuentran en nuestro inconsciente. Desde la perspectiva holística de la Bioneuroemoción, su declaración nos ayuda a comprender que todo tiene un sentido, en este caso un sentido biológico.

 

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