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Resetear el ego con Ho´oponopono

Siempre digo que una de las habilidades más valiosas que debería darnos el ho’oponopono es aprender a educar nuestro ego.

Como el ho’oponopono es una técnica que solo se basa en confiar en la Divinidad, sin ni siquiera necesitar saber cuál es el origen de la situación que quiero limpiar, a veces nos abandonamos al solo hecho de limpiar por limpiar, sin observarnos. Sin observar esas emociones que emergen y que son las que alimentan al ego.

De pronto, decido hacerme 100 % responsable de mis propias memorias, gestadas en el pasado, que han traído esta situación a mi vida, y además me hago responsable por el resto de los actores y sus memorias, vinculados a este mismo hecho, y eso me lleva a invocar a la Divinidad para que limpie dichas memorias. Eso es básicamente la filosofía del ho’oponopono. Tal y como nos indica su significado en idioma hawaiano, “corregimos el error”. Pero un error del pasado. ¿ Y qué pasa con el futuro?

Si me convenzo que eso es todo; limpio y listo, allí termina todo para mí. Pero allí debería empezar.

Limpiamos por diversos motivos. A veces porque traemos a nuestra realidad situaciones desagradables que nos son ajenas, en el sentido que no somos activos en el hecho. Por ejemplo, una catástrofe en un país lejano, puede aparecer en mi realidad cuando leo el periódico por la mañana. Puedo utilizarlo para limpiar, pero no es algo que me ocurre a mí. Hace poco Manu hablaba de esto mismo.

 

Pero si me ocurre a mí, me pasa algo desagradable, o a alguien muy cercano, entonces la cosa cambia. Siempre puedo elegir cómo reaccionar ante una adversidad. Recuerdo aquí las palabras de Mabel Katz sobre la concepción que podemos tener sobre qué es un problema. Según nos hace ver, “el problema no es el problema. El problema es cómo encaramos el problema, eso es el problema”. Palabra más, palabra menos, cuánta sabiduría.

Siempre puedo elegir cómo reaccionar. Si me observo, si traigo mis emociones al plano consciente, y no actúo según el primer impulso, sino que me detengo y me pongo en la posición del observador por unos momentos, puedo cambiar el rumbo de las cosas. Y aquí es donde actuamos según el ego. Siempre nos da la oportunidad de elegir y además se nutre de la emoción. Y en general, lo hace de las emociones negativas. ¿Por qué? Porque su función primera es detectar el peligro, según el instinto de autoconservación. Luego se hizo adicto a este peligro y transformó todo en amenaza.

Y cuando nos sentimos amenazados una de las reacciones primitivas y totalmente inconsciente es el enojo. Nos enojamos con lo que pasa y nos nutrimos de eso. Y con esa emoción se va reconfigurando el ego.

Si soy practicante de hopo, puedo limpiar con esa situación, pero limpio el pasado, en medio de mi enojo, que nutre a los patrones que estoy creando ahora, y que serán las memorias del futuro.

En cambio si me observo y me detengo, y limpio mis memorias, sin involucrarme con la nueva situación, en el sentido de que es producto de algo del pasado, de mi propia programación, puedo reaccionar desde un lugar de paz, de reflexión o de “no mente”, entendiendo que las cosas suceden porque yo las traje allí y que suceden igual, me enfade o no, entonces la emoción es otra, la vibración es diferente, frente a un hecho que ya está en la realidad, me guste o no. Ya está. No puedo hacer nada por el pasado, sólo aprovechar para limpiar, pero puedo hacer mucho por el futuro: no dejar una impronta negativa en mi sistema de creencias – ego- mente.

 

A veces creemos o pensamos que la Divinidad es una ilusión y que este mundo es real. Y nunca se nos ha ocurrido pensar que es exactamente al revés. Cuando comprendemos que todo es energía, más densa o más sutil, pero energía al fin, nos damos cuenta que las vibraciones en las que estamos atrapados no nos permiten ver otras, o darles permiso para que nos atraviesen. Y en realidad, es más simple de lo que imaginamos.

Todo lo que deriva de estas emociones negativas magnificadas, sin sentido alguno, porque lo que sucede, sucede, me guste o no, nos terminan alejando del centro, nos hacen olvidar que podemos actuar según la divinidad que vive en nosotros, que es lo único real, lo demás son sólo imágenes, que grabé en algunos momentos del pasado y ahora las proyecto, como si fuera una película. Es que es difícil. Pero qué sanador poder hacerlo y entenderlo de este modo.

Mi compromiso personal es, desde hoy, limpiar mis memorias pasadas, estando atenta a las emociones que dejo, que permito manifestarse, para que cada vez que tengo la oportunidad de “resetearme”, de reconfigurarme, sea elevando mi energía y la de mi entorno. ¿Esto es darle poder al ahora? Pensando que el ahora en un instante, es parte del pasado y que es aquello que voy a cosechar en el futuro.

Es como empezar de nuevo cada vez, pero un paso más adelante.Pero cuando este movimiento está inspirado en el verdadero amor hacía ti mismo(a) todo resulta más sencillo, simple y hermoso. ¡Abrazos!

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