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Ser como el bambú: tiempo, fortaleza y flexibilidad

Ser como el bambú implica trabajar nuestro yo interno, invertir en resiliencia y no tener miedo a “doblarnos” de vez en cuando: al final volveremos a nuestra posición con mayor fuerza.

Ser como el bambú implica acercarnos a una sabiduría milenaria inscrita en la propia naturaleza. Es comprender que el cuidado interno requiere tiempo y paciencia, y no importa lo fuerte que nos golpee el viento o la tormenta, porque hemos aprendido a ser flexibles y ante todo, resistentes.

Es probable que en todo el reino vegetal no haya planta más llamativa y llena de misticismo que el bambú. Hay cerca de 1500 especies, y algunas de ellas pueden alcanzar los 40 metros de altura. Existe una variedad cuyas flores germinan una vez cada 120 años. Aún más, se sabe incluso que el bambú libera un alto nivel de oxígeno a la atmósfera y absorbe a su vez más dióxido de carbono que muchas otras plantas.

Su crecimiento, resistencia y su poder beneficioso para el planeta, han hecho de esta planta toda una referencia de inspiración para múltiples prácticas filosóficas, espirituales y también psicológicas. Dicen del bambú que en él habita un código secreto, una fórmula singular que la naturaleza le regaló para hacer de él una especie tan bella como resistente.

El bambú contiene en sus semillas el poder del triunfo y el poder. Cuando logra tocar el cielo, no importa si la desgracia cae sobre él y alguien lo corta. Él volverá a crecer para acariciar nuevamente la cumbre.

Ser como el bambú implica tomar ejemplo de sus características. Las mismas que pueden ayudarnos a desarrollar dos dimensiones esenciales para sobrellevar con éxito cualquier dificultad: hablamos cómo no de la resistencia y la flexibilidad.

Ser como el bambú significa también recordar que tenemos derecho a crecer alto. Pueden existir enemigos alrededor, acontecimientos que bloqueen ese acenso personal. Sin embargo, si hay algo que no debemos perder de vista es la inmensidad del cielo y su abanico de posibilidades, además del propio potencial para seguir creciendo cada día.

Ser como el bambú significa tener una actitud resiliente ante la vida. Implica aceptar que en ocasiones, la adversidad puede doblegarnos, sin embargo, cuando nuestra actitud es fuerte volveremos sin duda a nuestra posición original con mayor brío, con mayor hermosura y admirable entereza.

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