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Te exiges estar en paz cuando te exiges asumir como propio todo lo sentido.

Cuando eres consciente que toda tu realidad es un espejo, a través del que aprendes a conocerte.

Te exiges estar en paz cuando miras la crítica, el juicio o la culpa que proyectas en otros y también todo lo que crees recibir de otros, como una experiencia únicamente tuya, nada tiene que ver el mundo que ves, con cómo tú decides sentirlo.

¿Acaso no conoces a alguien que sería capaz de tomarse tu situación de otro modo?

Eso te demuestra que todo es subjetivo y depende únicamente de cómo lo sientes tú.

Te exiges estar en paz cuando observas tu dolor como una ola, que viene y después se va, sin negarlo o resistirlo, sin pelearte con él, tan sólo respirando esa sensación intensa, consciente de que es energía que te invade y  te invita a mirarte aún más profundo. Más aspectos de ti que salen a la luz para ser vistos, eso es el dolor.

Te exiges estar en paz cuando respetas los procesos del otro, aún cuando preferirías que hiciese las cosas de otro modo, incluso hasta cuando tu experiencia o conocimiento te dicen que va por mal camino. Te exiges estar en paz cuando eres consciente de que tu no puedes saber qué experiencia es mejor o peor para otro y respetas que algunas personas elijan el sufrimiento como camino de vida. Porque te haces consciente que lo único que haces cuando intentas salvar a alguien, es evitar tu propio dolor, ese que sientes cuando ves sufrir a otro ser humano.

Te exiges estar en paz cuando te das cuenta que no puedes salvar a nadie que no quiera ser salvado, ni aconsejar al que no quiere escucharte, que sólo cuando alguien te pide ayuda, está preparado para aceptarla. Y aún así, no eres responsable de lo que haga con tu consejo o ayuda. Te exiges estar en paz cuando sueltas toda expectativa de resultados.

Te exiges estar en paz cuando te haces responsable único y absoluto de tu experiencia de vida, aceptando que todavía te queda mucho por conocer de ti mismo, mucho que experimentar… Y sin prisa ni auto exigencia, pero sin pausa, vas recorriendo tu existencia.

 

Gemma Pitarch.

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